¿Cuántas veces en el trabajo hemos hecho algo por los demás para evitar explicarlo? Asumimos constantemente tareas que sabemos que podemos hacer para no perder tiempo enseñando a los demás y brindándoles ese aprendizaje. No te sientas mal, el sistema nos empuja a actuar de esta manera por la inmediatez en la que vivimos.
Pero… ¿Qué pasa cuando se trata de nuestro hijo/a en un programa de intercambio escolar en el extranjero? Desafortunadamente, repetimos esos patrones.
Emprender una experiencia así requiere confianza y mucha energía; permitir aprender, acompañar, escuchar, enseñar, recordar… son algunas de las habilidades que pedimos a los papás y mamás que están planteando o han decidido comenzar esta aventura.
Este es un punto más difícil de comprender para los adultos; sin embargo, los estudiantes suelen estar más preparados y deseando asumir la independencia. Aunque, obviamente, siempre dentro de unos límites, seguramente trabajados durante años en casa y de manera conjunta.
Dejar ir, con paciencia, aun sabiendo que se van a equivocar, es la parte más difícil, pero también la más enriquecedora. En muchas ocasiones, sentimos que no tenemos tiempo o energía para permitir que aprendan, pero es un ejercicio que hay que poner en práctica.
Consejo clave: la independencia no significa dejarlos solos, sino confiar en ellos mientras se les brinda un acompañamiento adecuado.
Como padres y madres, nos gusta supervisar (¡que no es lo mismo que controlar!) cada detalle y asegurarnos de que todo está bien para poder estar tranquilos.
Spoiler: esto ya no va a ser posible.
Debemos confiar en su capacidad para tomar decisiones (sean buenas o malas) y aprender de sus errores. Siempre digo que, si me pagaran 1€ por cada vez que he escuchado “He pagado mucho por este programa como para que le pase esto”, os escribiría desde las Bahamas.
Este programa existe precisamente para que los adolescentes enfrenten retos por sí mismos. La experiencia les presentará muchas situaciones novedosas y no siempre fáciles, y es fundamental que puedan atravesarlas.
Mente abierta. En la vida, en general, no podemos prever todo lo que puede pasar, pero sí podemos decidir cómo tomárnoslo y cómo enseñar a nuestros hijos a afrontar las dificultades.
Ojo, esto es muy importante: cómo sabéis, están en una edad vulnerable y, aunque parezca que ya lo tienen todo aprendido, en estas situaciones es cuando más absorben de vosotros. El ejemplo que les deis marcará la diferencia.
Esta aventura potencia la madurez, la capacidad de resolución de problemas y la adaptabilidad, entre muchas otras habilidades.
¿Qué pasa si, cada vez que surge un imprevisto, pensamos “es que solo tiene 14/15/16 años”? Pues que ya les estamos privando de oportunidades para crecer.
Tened en cuenta que van a desarrollar habilidades clave para su futuro, como la comunicación intercultural, el pensamiento crítico y la autoconfianza. Pero, ¿cómo van a confiar en sí mismos si sienten que ni siquiera nosotros confiamos en ellos?
Reflexión final: Dejar aprender no es perder el control, sino ganar la oportunidad de verlos crecer.