Seguimos la sección de entrevistas con otra increíble experiencia sobre un año escolar en Canadá. Hoy nos habla Llorenç García, ex-estudiante de Travel & Tuition y que nos rememora su año escolar en Simcoe, Ontario. Como podréis leer, Llorenç exprimió su experiencia al máximo: se federó a un deporte, probó cosas nuevas, hizo grandes amigos y se adentró en la cultura canadiense como uno más. ¡No te la pierdas y sigue leyendo!
En pocas palabras, el mejor año de mi vida. Dejando a parte el aprendizaje lingüístico y cultural que hice allí, la experiencia de inmersión en un estilo de vida completamente distinto al que estaba acostumbrado me hizo abrir los ojos. A día de hoy, puedo decir que se puede vivir sin una rutina estrictamente marcada, pues la cantidad de cosas pendientes a experimentar es inmensa.
El sitio me pareció espectacular, había de todo, playas, bosques, lagos, montañas, nieve, calor, carreteras, callejuelas adorables…Además, estaba bastante cerca de Toronto y de las cataratas del Niágara.
En mi primer día de high school experimenté algo que no me hubiera esperado nunca, los canadienses tienen ANSIA de saber de ti, de tu cultura, de tu idioma, de conocerte en general.
Las clases resultan mucho más amenas, pues se intenta hacer todo con un toque lúdico. Y por supuesto, no podían faltar, enormes pasillos con taquillas de candado a los dos lados.
No tengo ni que pensarlo. Fue Communication Technology: TV, Video and Movie Production. En esta asignatura, cada día, hacíamos una especie de telediario con toda la información sobre el colegio, como, por ejemplo, el menú de la cafetería, alguna conferencia que se llevase a cabo ese día, recordatorios de excursiones, etc.
Estaba apuntado en el equipo de natación de mi colegio, donde tuve la oportunidad de competir con otros colegios, también me clasifiqué para la competición regional de Ontario, OFSAA, dónde tuve la oportunidad de nadar en la piscina dónde se jugaron los juegos PanAmericanos en Toronto.
Apuntarme a un deporte, fue una de las mejores decisiones. Llegas a conocer a un montón de gente de tu colegio y el número de amigos incrementa exponencialmente, pues la afinidad con gente con las mismas aficiones que tú es mayor.
No me federé en ningún otro deporte, pero como me pasé 6 meses debajo de la nieve, pude esquiar más de 4 días a la semana. Tenía las pistas de esquí a 10 minutos de casa, y como allí las pistas están iluminadas cuando oscurece, después del colegio nos reuníamos unos cuantos amigos, íbamos a casa a por el material, ¡y a esquiar toda la tarde!
Al principio fue muy muy fácil, conectamos rápidamente y compartíamos muchos momentos juntos. A pesar de nuestra buena relación, ellos se preocupaban de más cuando empecé a ir a fiestas o a quedar con amigos, ya que no estaban acostumbrados a tener a un hijo adolescente. Fue entonces, cuando decidí hablar con ellos sobre el tema. Acabamos llegando a ciertos acuerdos (como el toque de queda o el cómo volvería a casa) y la estancia fue mucho más agradable.
El hacer amigos, antes de ir, era una de mis mayores preocupaciones, pero de verdad que fue de lo más fácil. Los canadienses se acercan a ti, quieren saber quien eres, sobre tu cultura, tu idioma … Son súper sociables, la dificultad por hacer amigos no es algo de lo que preocuparse.
SUEÑO. Pese a que no en todos momentos la experiencia es fácil, a medida que avanza, te das cuenta de que estás viviendo un sueño. Llega un momento que se acaba y por eso hay que aprovecharlo al máximo.
Que aprovechen TODAS y cada una de las oportunidades que se les presenten, aunque no parezcan del todo atractivas. Por probar no se pierde nada, puede que nunca más vuelvas a tener esa oportunidad y lo único que no quieres es arrepentirte por no haber hecho algo.